viernes, 31 de mayo de 2013

A metros del Cerro Tronador

Siempre un buen café revitaliza el alma y da más energías para continuar, así que después de mi cafecito en el Camping Los Rápidos continuamos ascendiendo con la combi de Turisur hasta llegar lo más cerca posible al Tronador.

Después de ingresar al parque Nahuel Huapi (antes de playa negra), el camino es de una sola mano, ya que es de ripio, muy angosto y un lado del sendero es puro precipicio. Por lo tanto, se puede ascender hasta las dos de la tarde y descender después de las cuatro de la tarde.  Como verán, es apto para aquellos que no se marean fácilmente en los medios de transporte.


Fuimos parando en distintos puntos panorámicos del lago Mascardi y luego bordeamos el Río Manso, hasta llegar a la hostería Pampa Linda. Este es el mejor lugar para poder ver al cerro Tronador y sus tres picos. El cerro cuenta con ocho glaciares en total (cinco argentinos y tres chilenos), que en la época de deshielo se van desprendiendo y su ruido al caer genera un sonido muy parecido al trueno. Según Otto Meilling (bautizador de todas las montañas en Bariloche) el cerro “tronaba” cada vez que caían sus hielos y por eso le puso el nombre de Tronador. Cabe mencionar que cada habitante de la región tenía su propia creencia en el pasado. Los indígenas creían que cada vez que escuchaban uno de estos truenos era su Dios que estaba enojado por la llegada de algún visitante inapropiado, en tanto que los jesuitas realizaron varios exorcismos en la montaña y se persignaban cada vez que pasaban cerca del cerro.

Después de un largo rato de estar allí, nos fuimos al Glaciar Negro (o Ventisqueros Negros), que es un bloque de hielo sucio, debido al barro que fue arrastrando en las avalanchas que le dieron origen. Este bloque se está descongelando y cada vez queda menos de él. Según los expertos, este glaciar va a desaparecer totalmente en muy pocos años, así que sus fotos van a quedar para contar su historia en el futuro.  Luego ascendimos un poco más hasta llegar a la Garganta del Diablo, donde pudimos ver varias cascadas de agua. Nada se compara con la Garganta del Diablo de las Cataratas del Iguazú, pero igualmente éstas valen la pena conocer. Posteriormente, realizamos el camino de regreso a los hoteles y a mi casa.

Por último, quisiera comentar que el cerro es en realidad un volcán que dejo de erupcionar hace 350 mil años, situación que podrían tomar de ejemplo todos aquellos volcanes que se encuentran en la Patagonia. La vida es más difícil y triste si todo se vuelve gris por las cenizas de un volcán. Bariloche sufrió mucho económica y emocionalmente por la erupción del Volcán Puyehue y recién ahora está recuperándose. Así que esperamos e imploramos que no vuelva a suceder lo mismo con el Volcán Copahue, especialmente ahora que hay una porteña recién llegada, adaptándose a la vida natural. 

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