Siempre un buen café revitaliza
el alma y da más energías para continuar, así que después de mi cafecito en el
Camping Los Rápidos continuamos ascendiendo con la combi de Turisur hasta
llegar lo más cerca posible al Tronador.
Después de ingresar al parque
Nahuel Huapi (antes de playa negra), el camino es de una sola mano, ya que es
de ripio, muy angosto y un lado del sendero es puro precipicio. Por lo tanto,
se puede ascender hasta las dos de la tarde y descender después de las cuatro
de la tarde. Como verán, es apto para
aquellos que no se marean fácilmente en los medios de transporte.
Fuimos parando en distintos
puntos panorámicos del lago Mascardi y luego bordeamos el Río Manso, hasta
llegar a la hostería Pampa Linda. Este es el mejor lugar para poder ver al
cerro Tronador y sus tres picos. El cerro cuenta con ocho glaciares en total
(cinco argentinos y tres chilenos), que en la época de deshielo se van
desprendiendo y su ruido al caer genera un sonido muy parecido al trueno. Según
Otto Meilling (bautizador de todas las montañas en Bariloche) el cerro
“tronaba” cada vez que caían sus hielos y por eso le puso el nombre de
Tronador. Cabe mencionar que cada habitante de la región tenía su propia
creencia en el pasado. Los indígenas creían que cada vez que escuchaban uno de
estos truenos era su Dios que estaba enojado por la llegada de algún visitante
inapropiado, en tanto que los jesuitas realizaron varios exorcismos en la
montaña y se persignaban cada vez que pasaban cerca del cerro.
Después de un largo rato de estar
allí, nos fuimos al Glaciar Negro (o Ventisqueros Negros), que es un bloque de
hielo sucio, debido al barro que fue arrastrando en las avalanchas que le
dieron origen. Este bloque se está descongelando y cada vez queda menos de él.
Según los expertos, este glaciar va a desaparecer totalmente en muy pocos años,
así que sus fotos van a quedar para contar su historia en el futuro. Luego ascendimos un poco más hasta llegar a
la Garganta del Diablo, donde pudimos ver varias cascadas de agua. Nada se
compara con la Garganta del Diablo de las Cataratas del Iguazú, pero igualmente
éstas valen la pena conocer. Posteriormente, realizamos el camino de regreso a
los hoteles y a mi casa.
Por último, quisiera comentar que
el cerro es en realidad un volcán que dejo de erupcionar hace 350 mil años,
situación que podrían tomar de ejemplo todos aquellos volcanes que se
encuentran en la Patagonia. La vida es más difícil y triste si todo se vuelve
gris por las cenizas de un volcán. Bariloche sufrió mucho económica y
emocionalmente por la erupción del Volcán Puyehue y recién ahora está
recuperándose. Así que esperamos e imploramos que no vuelva a suceder lo mismo
con el Volcán Copahue, especialmente ahora que hay una porteña recién llegada,
adaptándose a la vida natural.
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