Los días de este
verano en Bariloche han sido espectaculares, soleados, calurosos y sin lluvias.
Muchas personas me han recomendado que aproveche estos días, que son bastantes
atípicos acá porque las temperaturas nunca llegan a ser tan altas. Así que haciendo
caso a los consejos recibidos y aprovechando la buena bienvenida que la ciudad
nos está dando, nos fuimos a navegar al inmenso lago Nahuel Huapi.
La magnitud del lago es colosal y te permite conocer muchos lugares exclusivos que solo se acceden vía marítima. En esta primera salida
fuimos en barco al cerro Millaqueo. Primero llegamos en auto al puerto Pañuelo,
donde pudimos apreciar panorámicamente el gigantesco hotel Llao Llao (que más
adelante dedicaré una nota completa a este hotel majestuoso) y de ahí, unos
amigos nos pasaron a buscar en barco para llevarnos al Cerro Millaqueo. Este
cerro fue bautizado con ese nombre en honor a un indígena que fue uno de los
pocos que ayudó a Francisco Moreno en la misión de determinar los límites entre Argentina y
Chile. Si uno mira con detenimiento y
buena voluntad los bordes del cerro, se puede vislumbrar el perfil del
indio mirando hacia el cielo. El cerro
no tiene ninguna obra realizada por la mano del hombre, así que si uno quisiera pasar la noche allí debe
acampar, pero sin hacer fuego. En
nuestro caso y para que no sea demasiada vida natural de golpe para la porteña
que les escribe, optamos por pasar la
tarde ahí solamente, tomando unos mates y comiendo ricos sándwiches a la sombra
de los árboles. Es un gran contraste para una persona que viene del bullicio y
de edificios altos, ya que la única
opción que hay allí es la de apreciar la naturaleza y pasar un buen momento con amigos
charlando.
Después de recorrer la costa, decidimos seguir conociendo más
lugares y fuimos hacia La Cascada Blanca, lugar que también se accede únicamente
por barco. Otra de las opciones es a través de la excursión al Puerto Blest, donde también podés apreciar la cascada desde el catamaran. La cascada es grande y bastante plana, que permite, a los valientes
apasionados por el agua, poder treparse y tirarse de cola hacia las profundidades del lago. Como
persona poco deportista que soy, me quedé pasivamente en el barco fotografiando
a los corajudos tirarse del agua, y dedicándole mi mayor admiración a la
cascada.
Antes del anochecer regresamos a Bariloche
pero con la esperanza de volver a disfrutar el lago y sus lugares recónditos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario