Muchos días lindos, muchos paseos
en barco. Pareciera que esa es la ecuación para disfrutar del gran lago Nahuel
Huapi. Esta vez nos fuimos a la Isla
Victoria a comernos un rico asado, como buenos argentinos que somos.
La isla Victoria tuvo varios
nombres a lo largo del tiempo, en función de quién la habitara o fuera el “primero”
en descubrirla. En los primeros registros aparece que el nombre de la isla era
Nahuel Huapi y que después este nombre se extendió al lago. El significado de
Nahuel Huapi en la lengua de los aborígenes se traduce como “Isla del Tigre”. En
realidad no se sabe bien por qué le dan este nombre a la isla ya que no
existieron tigres en América, ni siquiera existió el Jaguar en la región. Otra opción que se analiza es
que existiera en la isla un grupo de aborígenes llamado “Huapi” y de ahí
surgiera este nombre. Igualmente, a fines del siglo XVIII este nombre es cambiado
con la llegada del franciscano Menendez a la isla, que estando deshabitada por
los aborígenes, la denomina como “Fray Menendez”. Años más tarde, el explorador Guillermo Cox la llama “Isla
Larga” por su gran longitud y, posteriormente es llamada Victoria por la
escritora Victoria Aguirre que fue de
visita en 1917. Sin embargo, existen registros de que la isla era llamada así
mucho antes de la llegada de la poetisa.
Es así que el tiempo fue pasando, las personas fueron llegando e hicieron distintos progresos en la isla, pero siempre dejando el rastro de su nombre allí. Uno de los ejemplos es Aaron Anchorena que obtiene el usufructo de la isla y construye un astillero para armarse un barco y una linda casa donde albergaba a turistas a la hora del almuerzo. Hoy existe el Puerto Anchorena en su nombre, donde los barcos pueden amarrarse. Más años pasaron y el alemán Otto Alberti construye un vivero, que después es destruido por un incendio forestal en los años 20. Pero, luego, el perito Pablo Gross retoma el vivero y logra recrearlo y agrandarlo. Por consiguiente, existe hoy otro puerto en la isla con su nombre, pero cabe aclarar que este puerto es muy peculiar porque no cuenta con un muelle, es decir, es un puerto sin puerto. Fueron muchas las cosas que se hicieron en la isla. Se creó, por ejemplo, una Estación forestal con millones de plantas, una Estación Zoológica de animales exóticos, una escuela de viveristas, una escuela de guardaparques y se construyó la hostería Victoria para favorecer el turismo de la isla.
Es así que el tiempo fue pasando, las personas fueron llegando e hicieron distintos progresos en la isla, pero siempre dejando el rastro de su nombre allí. Uno de los ejemplos es Aaron Anchorena que obtiene el usufructo de la isla y construye un astillero para armarse un barco y una linda casa donde albergaba a turistas a la hora del almuerzo. Hoy existe el Puerto Anchorena en su nombre, donde los barcos pueden amarrarse. Más años pasaron y el alemán Otto Alberti construye un vivero, que después es destruido por un incendio forestal en los años 20. Pero, luego, el perito Pablo Gross retoma el vivero y logra recrearlo y agrandarlo. Por consiguiente, existe hoy otro puerto en la isla con su nombre, pero cabe aclarar que este puerto es muy peculiar porque no cuenta con un muelle, es decir, es un puerto sin puerto. Fueron muchas las cosas que se hicieron en la isla. Se creó, por ejemplo, una Estación forestal con millones de plantas, una Estación Zoológica de animales exóticos, una escuela de viveristas, una escuela de guardaparques y se construyó la hostería Victoria para favorecer el turismo de la isla.
Hoy queda poco de todo esto. La
hostería Victoria no es la misma que la originalmente creada ya que sufrió otro
gran incendio forestal que la destruyó, en tanto que las escuelas tampoco
funcionan, pero, sin embargo, existe una gran huella de todo lo que fue esta
isla, como es el caso de Piedras Blancas. Esta zona de la isla, que se
encuentra en el centro, se llama así por la gran piedra blanca que se encuentra
sobre la playa, como puede ser observada en la foto. Acá se puede hacer fuego
pero no se puede acampar, situación contraria a la que comentábamos anteriormente
sobre el cerro Millaqueo. Nosotros aprovechando esta posibilidad, nos fuimos en barco y nos comimos un rico asado. Disfrutamos del
día, dormimos la siesta al sol un rato, caminamos otro tanto y, luego
retornamos a nuestras casas.
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